Entrevista a:

Miguel Ramirez, voluntario del Banco de Alimentos de Sevilla y Coordinador de la Gran Recogida

«Ser voluntario es comprometerse con los que has acordado que vas a realizar «

Miguel Ramirez es un voluntario que lleva desde 2011 formando parte de la familia del voluntariado del BAS.  Él mismo asegura: «aunque siempre había pensando dedicar parte de mi tiempo a alguna organización solidaria, no tenía claro qué hacer y por supuesto, no creía que tan pronto me iba a dedicar a esta actividad tan gratificante».

 

– ¿Qué funciones desempeñas?

En el  mes de julio de 2011, cuando aún estaba el Banco de Alimentos en Marqués del Contadero,  Juan Pedro (Presidente) y Juan Romero (Director de Comunicación), me contaron que querían poner en marcha una gran campaña de recogida en tiendas, que ya se estaba realizando en Barcelona. Esta campaña estaba dando muy buenos resultados en kilos recogidos, que en aquella fecha, en plena ebullición de la crisis económica, con miles de personas pasando necesidades, era muy necesaria.

Me convencieron y dadas las fechas y que el Banco cerraba en agosto, quedamos para ir a Barcelona a finales de este mes para que nos contaran qué y cómo hacían la Gran Recogida.

Así que, el 1 de septiembre de 2011 me incorporé de forma efectiva al Banco, para poner en marcha la Gran Recogida de Alimentos, cosa que sigo haciendo hasta la actualidad.

De las fases que forman la Gran Recogida, ¿cuál es la fase que más te gusta? ¿Por qué?

Las dos fases tienen muchísimas cosas que aportan energía positiva. La de recogida en tiendas, me da la oportunidad de tener un equipo de 45 colaboradores directos, con más de 4.500 voluntarios en las tiendas, además de los contactos con empresas de logística, alimentación, comunicación,…

Es la cara pública de la Gran Recogida, ya que al estar en más de 430 puntos de recogida es casi imposible que nos nos vea algún sevillano. En mi opinión, esta campaña y el premio Príncipe de Asturias de la Concordia, concedido a los Bancos de Alimentos en 2012, además de la ya mencionada crisis, hicieron absolutamente visible e imprescindible a los Bancos en la ayuda a los más desfavorecidos en nuestra sociedad.

La fase de clasificación es emocionante, al ver en una gran nave esos grupos de casi 70 personas por turno,desde niños hasta personas mayores, haciendo con alegría un esfuerzo físico importante y de donación de su tiempo. Vienen Colegios, Institutos, grupos de compañeros de Empresas, grupos de amigos y mucha persona individual que repiten año tras año.

-¿Cuáles son las mayores dificultades que te encuentras al preparar cada Gran Recogida?

La coordinación de los 6.500 voluntarios que participan en las dos fases de la campaña y por supuesto, la logística precisa para estar en las 430 tiendas con todos los materiales y voluntarios. Y la recogida posterior de todas esas bañeras (así llamamos a los contenedores situados en las tiendas) repletas de comida para traerlos a nuestros almacenes y poder clasificarlos.

Para que te hagas una idea, el año pasado, se recogieron un total de 732 toneladas de alimentos, lo que supuso que entraran en nuestros almacenes 1.729 bañeras, que una vez clasificados, supusieron 1.144 palés.

Además, previo a la recogida hay que entregar a los voluntarios los petos, bolsas, carteles,… y tener el seguro contratado, efectuar la campaña publicitaria; en fin, es una gran operación, donde tengo la colaboración de un equipo magnífico y un apoyo continuo de medios de comunicación, sin los que sería imposible dar a conocer de una manera masiva la campaña y la de ayuda que tenemos. Ayuda, por otra parte, que tenemos también de las empresas de logística que entregan el material y luego nos recogen las bañeras y las empresas de alimentación que nos ceden su espacio en las tiendas para que puedan estar nuestros voluntarios y, por último  y más importante, la ciudadanía que con sus donaciones de alimentos hacen posible nuestra lucha solidaria contra el hambre cercana.

– ¿Qué le motivó a ser voluntario?

La verdad que me llegó un poco “sobrevenido”. Ya he comentado anteriormente que hacía poco que había dejado la actividad profesional y en ese momento no tenía muy claro a qué dedicaría mi tiempo libre, aunque sí pensaba que en algún momento, no sabía cuando, parte lo dedicaría a actividades solidarias.

Lo que me enganchó realmente, fue la posibilidad de montar un proyecto que me ilusionó desde el primer momento, al darme la posibilidad de ayudar, en una etapa muy triste de la realidad española, con muchas necesidades pendientes y una de ellas, más triste todavía, un país del primer mundo teniendo necesidades alimentarias.

Aunque este tipo de ayudas no es lo que necesita la sociedad, con trabajo no sería necesaria, pensé que aportar un poco de mi tiempo a paliar desde la sociedad civil lo que debería ser una obligación inexcusable de los poderes públicos, me haría sentir mejor persona.

 

– ¿Qué destacarías de ser voluntario?

Lo primero es tener parte de tu tiempo ocupado en algo realmente productivo y que ves los resultados. Pero lo que yo más destaco en comparación con la etapa profesional es la libertad del voluntario. No significa que puedas hacer lo que quieras, pero casi. Aquí estás de manera voluntaria, no sujeto a horarios ni estructura funcional rígida como antes y lo que haces, lo realizas porque te gusta.

Eso no quiere decir que puedas ser anárquico o indolente. Como ya he  comentado, ser voluntario es comprometerse con lo que has acordado que vas  a realizar. Por ejemplo, sin un voluntario acuerda libremente que su colaboración serán dos días a la semana, 3 horas cada día, el ser voluntario no te da derecho a realizar el voluntariado a tu voluntad, sino que debes respetar ese compromiso que has adquirido tu mismo.

La mayoría que realizamos este tipo de voluntariado, lo hacemos al finalizar nuestra etapa profesional, por lo que creo que es una oportunidad única para seguir siendo útiles.

– Háblanos de tu equipo de trabajo 

Cuando me incorporé al Banco el 1 de septiembre de 2011 para comenzar la preparación de la primera Gran Recogida, llegué a Marqués del Contadero con mi portátil y me colocaron en el único espacio disponible, la sala de reuniones. Lo mejor que tenía la sala era que estaba acristalada, con lo que no tenía la sensación de soledad que hubiera tenido de estar las paredes cerradas, además como estaba al final de la sala “administrativa”, me puse de espaldas a la pared, con lo que tenía una visión del resto de compañeros del Banco.

Pues bien, al poco y después de un desayuno con antiguos compañeros de trabajo, casi por casualidad, se incorporó Pepe Guardado, imprescindible su ayuda para poner en marcha la campaña. También por esas fecha se incorporó Mery Martos, y así poco a poco y en el poco tiempo que teníamos para hacerlo, se fueron incorporando otros compañeros. La Gran Recogida de ese año, la celebramos los días 25 y 26 de noviembre, y teníamos 3 meses escasos para realizar todo lo necesario. Paco Galván, de la  Fundación Cajasol, me permitió tener un contacto con el grupo de voluntariado de esa institución y así llegaron varios compañeros más para trabajar en la Gran Recogida y algún otro que ha ido llegando de manera individual.

En fin, han llegado fundamentalmente jubilados y prejubilados con tiempo que dedicar a labores solidarias y con muchas ganas de ayudar y también algunos compañeros que compatibilizan su trabajo y el esfuerzo de estos meses, lo que es doblemente meritorio.

En este tiempo, hemos tenido altas y bajas, debido a la casuística propia del voluntariado, habiendo tenido ocasión, en total, de trabajar con 66 compañeros, sin los que en, ningún caso, podría haber sido posible la puesta en marcha y consolidación de esta gran operación de solidaridad, que creo no hay otra igual por el número de personas que participan, ya que aparte de los 6.500 voluntarios, casi el 50% de la población sevillana aporta su granito de arena.